domingo, 19 de mayo de 2013

El respeto

Os comparto estas lineas que publique en la redjedi hace un año.

He reflexionado mucho sobre esto y he llegado a la conclusión de que el máximo valor es el respeto. Respeto a uno mismo y respeto a los demás, respeto a la naturaleza, al diferente, al otro sexo, a la verdad, a la vida.
Pero educar en el respeto es complejo, necesitamos un giro de 180 grados en el sistema educativo (para empezar por donde todos los niños pasan obligatoriamente) y de toda la estructura social.
Educar en el respeto sería hacer como vienen haciendo unas poquísimas escuelas libres desde hace ya unos años, dejan al niño en libertad total para decidir que quiere hacer o aprender y cuando. ¿Creéis que la sociedad está preparada para aceptar de buen grado que un niño se pase un año tras otro pescando sin hacer nada más? ¿o que no se le ocurra aprender a leer hasta los 9 años?
No lo está. Los padres no saben, ya que a ellos no se les ha respetado y muchas veces se pasan al otro extremo donde el niño es el rey y no le enseñan a respetar a los demás. Tampoco los profesores, acuciados con los objetivos, competencias y sin formación en habilidades socioemocionales están preparados para afrontar, aunque sea mínimamente, desde las escasas posibilidades que tienen dentro del sistema educativo, el reto de educar en el respeto.
Sin embargo no pierdo la esperanza, si cada uno de nosotros lleváramos por bandera el respeto, esta sociedad cambiaría en poco tiempo. El respeto está en la idea de democracia donde el bien común prima sobre el individualismo (observad que he dicho la idea, no lo que sucede en realidad).
La falta de respeto está en la base de todos los problemas sociales y personales y no es un valor a recuperar ya que nunca ha sido primordial en nuestra sociedad. ¿A cuantos les puede parecer que tener a un niño desde los tres años sentado, quietecito y callado un montón de horas es una falta de respeto? Y sin embargo así es, es una falta de respeto total a su naturaleza física y a su salud mental. Pero es normal. Engañar a los niños por nuestra conveniencia lo vemos normal, porque todos hemos crecido de esta forma y ni lo cuestionamos.
El sistema está muy bien pensado para que actuemos como autómatas sin reflexionar y dejándonos llevar por lo que nos dicen las instancias "superiores".
No podemos esperar a que cambien los sistemas educativos, los medios, todo lo que nos maneja, cada uno en nuestra pequeña medida tenemos la posibilidad y la responsabilidad de cambiar. Cada maestro, cada padre, compañero, jefe, cada uno de nosotros tenemos el reto por delante de hacer aflorar la máxima forma de amor: el respeto.

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